domingo, 1 de junio de 2008

Capítulo L | Desigualdad

... que son profundamente antidemocráticas las afirmaciones de que ‘no es un avance tener democracia si el pueblo pasa hambre’ o de que ‘no es un avance tener democracia política mientras no se reduzca la desigualdad social’;

¿Si la solución de los problemas sociales fuera condición para alcanzar a (“verdadera”) democracia, cabría a alguien hacer eso por el pueblo y para el pueblo por fuera de la democracia?

Aquí estamos delante de dos afirmaciones populistas, como tales demagógicas (y, por lo tanto, subversoras de la democracia), que confunden la esfera de las libertades con la esfera de las necesidades, subordinando la política a las condiciones de una ciudadanía universalizada (sea en la perspectiva del igualitarismo, sea en la perspectiva del establecimiento, ex parte principis, de mínimos sociales sobrevivenciales). La democracia (política, como toda democracia) es, así, vista casi como un lujo, una realidad propia de un régimen de abundancia, que no podría ser exigido frente a la realidad de la escasez. Cuba no tiene democracia, pero – decían (y aún dicen) sus defensores, descalificando la democracia con un única cargo política y un único representante, burguesa, controlada por las élites – en compensación, no tiene niños en la calle y ni asentamientos marginales con población en situación de extrema vulnerabilidad social. Más valdría, según tal pensamiento, que hubiere toda una población bien alimentada, aunque para eso algunas libertades fueran (temporalmente) restringidas (hasta que se alcanzara el reino de la abundancia o, por lo menos, que se llegara a una solución satisfactoria para los problemas de supervivencia de la mayoría del pueblo).
Afirmaciones como estas contribuyen a desacreditar la democracia y a retrasar el proceso de democratización de las sociedades al confundirlas, sintonizándose instrumentalmente con el sentido común, con los procesos electorales (ya desgastados y sin mucha credibilidad). Ellas son, en el fondo, visiones autocráticas, que influyen en el proceso de autocratizar la democracia. Pues como la democracia es siempre resultado del proceso de democratización, quiere decir, como sólo se puede construir democracia practicando democracia, si la democracia solamente pudiera ser experimentada solo cuando los problemas sociales fueran resueltos, ¿quienes, entonces, sin haber pasado por la experiencia democrática, podrían democratizar la sociedad por el pueblo y para el pueblo?
Antes, parece obvio que si los problemas sociales pudieran ser resueltos sin democracia, como condición para alcanzar la (“verdadera”) democracia en el futuro, ¿cabría a alguien hacer eso por el pueblo y para el pueblo, por fuera de la democracia? Quien sabe un déspota esclarecido e identificado con las necesidades populares...

Indicaciones de lectura

Igualmente aquí las mejores lecturas son las de noticias y artículos políticos publicados los últimos años, sobre todo los que se refieren a los actuales regímenes populistas latino-americanos.

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