viernes, 6 de junio de 2008

Capítulo S | Centralización

... que todo centralismo es autocrático;

La democratización está co-implicada en el aumento de la distribución de las redes sociales.

Con excepción de la obligación de obediencia a las leyes democráticamente aprobadas, cualquier tipo de centralismo, o sea, de exigencia incondicional de obediencia a la voluntad del jefe o de un comando colegiado, aunque sea a voluntad de una instancia electa, introduce un mecanismo autocrático, aún cuando se refiera a cuestiones decididas por amplia mayoría. La decisiones democráticas deben ser acatadas por aquellos que acuerdan con ellas o que, aún en desacuerdo con su contenido o con su forma, admiten, sin embargo, la necesidad de acatarlas en función de valores y objetivos que estiman estar en juego, cabiendo al proceso democrático enseñar la posibilidad de convencimiento o de generación de decisiones lo más consensuales posibles. Así, ninguna organización política de adhesión voluntaria que imponga, por ejemplo, fidelidad a sus miembros mediante sanción o amenaza del uso de una sanción puede ser democrática (en el sentido “fuerte” del concepto), ya que fidelidad, en la política como en cualquiera otro campo de la actividad humana, sólo es efectiva si fuera conquistada y consentida, jamás impuesta. Vía de la regla lo que está en juego aquí no es el fortalecimiento de la democracia, y sí el fortalecimiento del poder (autocrático) de los jefes.
La centralización (como topología de la red social), sin embargo, va más allá del centralismo (como procedimiento político). Tal vez aquí hayamos llegado al centro de la cuestión: la democratización es una horizontalización – en el sentido topológico de distribución – de las relaciones, mientras que la centralización (tanto la monocentralización, cuanto la descentralización, que en la verdad es una multicentralización) es una autocratización. En otras palabras, hay una relación intrínseca entre la forma (social) de conexión y el modo (político) de regulación de conflictos.
Aunque la llamada ciencia política todavía no ha tenido en cuenta la existencia de este vínculo connotativo entre la red social y democracia (en el sentido “fuerte” del concepto), la democratización está co-implicada en el aumento de la distribución de las redes sociales (y no en la apuesta en el patrón organizativo centralizado o multicentralizado de la mayoría de las instituciones políticas, públicas y privadas, como los partidos y los llamados movimientos sociales, las corporaciones, los sindicatos, las asociaciones u otras formas tradicionales de agremiación), lo que significa enfocar y valorar al ciudadano desorganizado y conectado que compone el inmenso colectivo de la sociedad civil.
Para la democracia (en el sentido “fuerte” del concepto) la sociedad civil, trata por lo tanto, de soltarle la mano la repetición des formas organizativas piramidales, verticales, basadas en el flujo comando-ejecución. O sea, en vez de engrosar la vieja burocracia corporativo-partidaria y la nueva burocracia asociativista (de las ONGS, inclusive), apostar a las redes de personas, que se conecten con los 'ciudadanos-desorganizados', unos con los otros, en pro de objetivos comunes, expandiendo una nueva esfera pública no-estatal. Se trata de mostrar, en la práctica, que el ciudadano sí puede, hacer política pública, que la sociedad puede tomar iniciativas colectivas, aumentando su protagonismo y su iniciativa emprendedora.
No hay como garantizar que una red articulada manifestará voluntariamente los mismos fenómenos que son propios de la red social que existe en cualquier sociedad independientemente de nuestros esfuerzos organizativos (sí, a lo que recientemente se llama como ‘sociedad-red’ – e. g., Guéhenno, 1993; Castells, 1996 – se refiere a cualquier sociedad, pues lo que varía es la topología y la conectividad, no el hecho de ser sociedad-red ya que toda sociedad humana lo es). Las evidencias, sin embargo, muestran que, mientras cuanto más distribuidas que sean las redes que voluntariamente articulamos, más consiguen sintonizarse o comunicarse con red social que existe desde que existen conexiones entre personas, independientemente de nuestros esfuerzos organizativos (e que podríamos llamar, como recurso explicativo, de “rede-madre”).Las evidencias muestran también que tendremos más oportunidades en reproducir, en redes voluntariamente construidas, los fenómenos que se manifiestan en la “red-madre” si esas redes que articulamos fueran redes de personas (P2P o peer-to-peer). O sea, instituciones jerárquicas conectadas entre sí poden hasta intentar articularse en red, pero difícilmente constituyan una red capaz de reproducir la “red-madre” – quiere decir, una red distribuida (P2P) – configurándose casi siempre como estructuras conectivas con topología descentralizada. El motivo es casi obvio: las instituciones jerárquicas tienden a jerarquizar las redes de las que forman parte, y así, dejan de ser redes para transformarse en frentes de entidades o en coaliciones de organizaciones tradicionales y, a las veces, en holdings.
Para la democracia (en el sentido “fuerte” del concepto), no se trata de soñar con cosas ideales, irrealizables, sino de cambiar la forma en como nos comportamos política y administrativamente en términos orgánicos. Se trata de cambiar la matriz de proyectos, programas y acciones gubernamentales y no-gubernamentales en todos los niveles. Todo o casi todo lo que organizamos actualmente con base en el patrón-mainframe, puede ser reorganizado según un patrón-network, desde un programa de alfabetización de jóvenes hasta una organización política. Podemos hacer eso sin una computadora e, inclusive, sin ningún miserable teléfono celular. Ya que existe o el teléfono fijo, ya que existe el correo y ya que existe – hay algunos miles, tal vez millones, de años – la posibilidad de diálogo en un encuentro presencial. No es el medio tecnológico que hace el "milagro" y sí el modo de conexión y el grado de conectividad. Hasta con señales de humo es posible democratizar procedimientos, ampliar la frecuencia y la base de consultas de opinión, incorporar personas como sujetos y transformar destinatarios y beneficiarios en participantes voluntarios. Si no lo hacemos, no es por efecto de alguna "exclusión digital" y sí por fuerza de una cultura política y organizativa autoritaria, jerárquica, sacerdotal y, en gran medida, autocrática.
Quien hace netweaving hace, pues, democracia (en el sentido “fuerte” del concepto). Finalmente, es necesario reconocer que tenía razón el pionero en redes, Robert Muller, cuando escribió hace más de 20 años: “conforme caminamos hacia el tercer milenio, tal vez de la participación en networks se haga la nueva democracia, un nuevo elemento importante en el sistema de goberno, un nuevo modo de vida en las complejas y milagrosas condiciones globales de nuestro extraño y maravilloso planeta vivo, girando y circulando en el universo prodigioso en una encrucijada de infinidad y eternidad” (1).
Los netweavers son los "tejedores" (para aprovechar una expresión de Platón, en el diálogo “El Político”, que podría haber sido afortunado si no se refiriera al hombre ingenuo, poseedor de una ciencia ingenua de la política) y los animadores de redes voluntariamente construidas. En verdad, ellos construyen interfaces para "conversar" con la "red-madre". Los netweavers no son necesariamente los estudiosos de las redes, los especialistas en Social Network Analysis o los que investigan o construyen conocimiento organizado sobre la morfología y la dinámica de la sociedad-red. Los netweavers, en general, son políticos, no sociólogos. Y políticos en el sentido práctico del término, quiere decir, articuladores políticos, emprendedores políticos y no científicos o analistas políticos.
En los sistemas representativos actuales (que realizan la democracia en el sentido “débil” del concepto), los políticos, sin embargo, no son netweavers, y sí exactamente, lo contrario: ellos jerarquizan el tejido social, verticalizan las relaciones, introducen centralizaciones, obstruye los caminos, destruyen conexiones, derrumban puentes (o cierran los atajos que conectan un cluster con otros clusters, separando una región de la red de otras), excluyen nodos; finalmente, introducen toda suerte de anisotropía (direccionamiento) en el espacio-tiempo de los flujos. Hacen todo eso porque el tipo de poder con que interactúan – el poder, en suma, de mandar hacer algo en contra de su voluntad a alguien – es siempre el poder de obstruir, separar y excluir. Y es el poder de introducir intermediaciones ampliando las distancias, dilatando la extensión característica de los caminos de la red social o aumentando sus grados de separación (o sea, disminuyendo la conectividad). No es Por otro motivo que los políticos tradicionales funcionan, por vía de la regla, como despachantes de recursos públicos, privatizando continuamente capital social. Se puede decir que, en ese sentido, los políticos tradicionales son los anti-netweavers, en la medida en que contribuyen a hacer la red social menos distribuida y más centralizada o descentralizada (es decir, multicentralizada).
Tampoco es fortuito que todas las organizaciones políticas – aún en el interior de regímenes formalmente democráticos – tienen topología descentralizada (quiere decir, más multicentralizada que distribuida). Esa también es una manera de describir, por el contrario, el papel de los netweavers.
Está claro que la "culpa" del comportamiento "desenredante" no es de los políticos tradicionales individualmente. Ellos son "producidos" por el propio sistema político en la medida en que ese sistema no está suficientemente democratizado (en el sentido “fuerte” del concepto). En otras palabras, mientras más democratizado esté el sistema político, el agente político más actuará como un netweaver; y viceversa (2).

Indicaciones de lectura.

Para entrar en contacto con esta temática (o problemática), es imposible dejar de leer, por ejemplo, el libro de texto de Pierre Levy: “La inteligencia colectiva” (1994); el libro de Steven Johnson: “Emergencia” (2001); el libro de Manuel Castells: “La galaxia de la Internet” (2001); y tres textos recientes de David de Ugarte: “Analizando redes sociales” (2004), “11M. Redes para ganar una guerra” (2006) y “El poder de las redes” (2007). Vale la pena explorar también (y tomar en serio) la metáfora “The Matrix”, no sólo la trilogía, sino leyendo la colección: Irwin, William (org.) (2002). “Matrix: bienvenido al desierto de lo real”. São Paulo: Madras, 2003 (3).
Conviene leer también: Bard, Alexander & Soderqvist, Jan. Netocracy: The New Power Élite and Life After Capitalism (existe edición en español: Bard, Alexander y Söderqvist, Jan (2002). La netocracia: el Nuevo que pueda en la Red y la vida después del capitalismo. España: Pearson Educación, 2005).

Notas

(1) Cit. en Lipnack, Jessica & Stamps, Jeffrey (1982/1986). Networks: redes de conexiones. Acuariana, São Paulo, 1992.
(2) Es preciso considerar que los netweavers articulan y animan redes (netweaving) – conectando personas-con-personas, con el grado de topología distribuida que fuera posible alcanzar – independientemente del objetivo de esas redes.
Pueden ser netweavers digitales (o cybernetweavers), que contribuyan, por ejemplo, para expandir la blogosfera, sea inaugurando su propio blog, sea ayudando a otras personas a que adquieran esa efectiva condición de inclusión digital, sea creando ambientes interactivos y programas que sirvan para agregar blogs por temas de interés. Pero poden también dedicarse a inducir al desarrollo por medio de redes comunitarias o sectoriales. Y poden, aún, asumir un papel político, más explícito, de experimentar y diseminar innovaciones políticas ensayando formas alternativas de democracia (en el sentido “fuerte” del concepto) – quiere decir, de democratización de la democracia – o de gobierno compartido en redes voluntarias de participación ciudadana, como veremos en el Epílogo de este libro.
(3) Para comenzar a leer algo sobre redes y sobre las relaciones entre redes, sistemas complejos y democracia, se recomiendan los siguientes textos (muchos claramente introductorios y otros, como la trilogía de Manuel Castells, más difíciles de digerir): Lipnack, Jessica & Stamps, Jeffrey (1982/1986). Networks: redes de conexiones. Acuariana, São Paulo, 1992; Lipnack, Jessica & Stamps, Jeffrey (1993). Redes de Informaciones ["The TeamNet Factor"]. São Paulo: Makron Books, 1994; Castells, Manuel (1996). La Era de la Información: economía, sociedad y cultura, en tres volúmenes: “La sociedad en red”, “El poder de la identidad” y “Fin de milenio”. São Paulo: Paz y Tierra, 1999; Capra, Fritjof (1996). La tela de la vida: una nueva comprensión científica de los sistemas vivos. São Paulo: Cultrix, 1997; Castells, Manuel (1999). “Hacia el Estado-red: globalización económica e instituciones políticas en la era de la información” in Bresser Pereira, L. C., Wilheim, J. y Suela, L. Sociedad y Estado en transformación. Brasilia: ENAP, 1999; Gladwell, Malcolm (2000). El punto de desequilibrio: como pequeñas cosas se pueden hacer una gran diferencia. Río de Janeiro: Rocco, 2002; Oran, Andy (org.) (2001). Peer-to-peer: el poder transformador de las redes punto a punto. São Paulo: Berkeley, 2001 (leer en especial el artículo de Hong, Theodore (2001): “Desempeño”); Capra, Fritjof (2002). Las conexiones ocultas. São Paulo: Cultrix/Amana-Key, 2002; Martinho, Cássio (2003). Redes: una introducción a las dinámicas de la conectividad y de la auto-organización. Brasilia: WWF-Brasil, 2003; además, claro, de los textos ya indicados por encima de David de Ugarte y de Alexander Bard y Jan Soderqvist. Para quien está realmente interesado en estudiar el asunto (redes) en profundidad, entonces algunas de las obras más importantes, por lo menos para comenzar, son las siguientes: Wasserman, Stanley & Faust, Katherine (1994). Social Network Analysis: methods and applications. Cambridge: Cambridge University Press, 1999; Wasserman, Stanley & Galaskiewicz (orgs.) (1994). Advances in Social Network Analysis: research in the social and behavioral sciences. Thousand Oaks: Sage Publications, 1994; Watts, Duncan (1999). Small worlds: the dynamics of networks between order and randomness. New Jersey: Princeton University Press, 1999; Barabási, Albert-László (2002). Linked: how everything is connected to everything else and what it means. New York: Basic Books, 2002; Watts, Duncan, Dodds, Peter & Muhamad, Roby (2002). “Un Estudio Experimental de Búsqueda en Redes Sociales Globales”. Science (2 December 2002; accepted 23 May 2003 10.1126/science.1081058): ver la edición de Augusto de Franco (2003), disponible in ‘Carta Capital Social 107’ (www.augustodefranco.con.br); Rheingold, Howard (2002). Smart mobs: the next social revolution. New York: Basic Books, 2002; Buchanan, Mark (2002). Nexus: Small Worlds and groundbreaking science of networks. New York: WWNorton, 2002; Watts, Duncan. Six degrees: the science of la connected age. New York: W. W. Norton & Company, 2003; Strogatz, Steven (2003). Sync: the emerging science of spontaneous order. New York: Hyperion, 2003; Cross, Rob & Parker, Andrew (2004). The hidden power of social networks: understanding how work really gets done in organizations. Boston, MA: Harvard Business School Press, 2004; Newman, Mark, Barabási, Albert-László & Watts, Duncan (eds.) (2006). The structure and dynamics of networks. New Jersey: Princeton University Press, 2006. Democracia sin demócratas”. www.project-syndicate.org/contributor/77.
(4) Ídem.

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